Jazz

6/03/2006 12:39:00 a.m. Quir-k (Juana Luján) 1 Comments


¿Qué se yo del jazz? Nada. Absolutamente nada.
Por alguna razón eso me pareció imperdonable. Tenía 19 años y una ciclotimia galopante. Era un martes de Julio y me había levantado temprano para ir a las clases de fotografía. Si, temprano.
Abrí las cortinas de lo que fue mi primera pieza en esa pensión caníbal en la que vivíamos cerca de 50 chicos y chicas. Todos mezclados, todos para atrás. Un desastre.
Había soñado y no sabía qué. Alguien se quejaba por algo en los pasillos. Me acerque a un espejito que tenía colgado. Mire la pieza, me mire en el espejito, y la pieza otra vez.
-No sé nada de jazz.-
Así que me fui a clases pero en lugar de entrar a “historia de la fotografía” entre a un cyber a bajar datos sobre jazz. Fue genial. Billie Holliday fue mi primer encuentro y el más conmovedor. Yo estaba humeante, leia todo, escuchaba todo y quería contárselo al mundo: el jazz nacía.
Alguien me dijo que eso era un gusto snob para “pendejas que se hacen las copadas”. Y a mí que. No me importaba, así nadie lo escuchara esto estaba ahí con mas materialidad que la flácida cara de muchos. Las melodías incorpóreas y siempre en movimiento eran en mi caos personal tierra firme y segura.
Después conocí a Gabriel, un tipo que vendía CD’s grabados de cosas inencontrables en la galería cinerama en un localcito que se llamaba el unicornio azul.
El loco se la gasta y te podes pasar horas hablando y escuchando música, después te compras algunos CD’s...en ese momento a 8 mangos cada uno. Una joya. yo me instalaba una tarde entera y me volvía con 5 o 6 maravillas para mí.
Se pasaba Julio y billie cantaba. En un principio fueron mujeres. Horne, Ella y su scat, Bessie Smith, Diana Krall y hasta la Barber me volaron el marote. Después pase a los tipos, si se
podía, sólo músicos.
En la pensión se escucho la clásica: Charlie Parker, Monk, Coltrane, Gillespie, Ellington y demás...iba saltando de cosa en cosa, lo que veía, cazaba. Bastante cursi si se quería, la elección pasaba por estados de ánimo muchas veces auto infringidos. Pensado pero no planeado, toda elección era así, sin rumbo.
Así me sentía yo en esa época, sin rumbo.
Pero en todo ese desconcierto escuchar jazz era como hacer la plancha en el río: La música suena, todo peso se vuelve leve y te sentís bien porque sabés que cuando termine esa canción vas a estar lejos, muy lejos, en la otra orilla.

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1 tenían algo que decir:

A.- dijo...

me recontra caga de gusto el jazz. últimamente le agregué el acid jazz y el electro jazz a mis gustos más clasicones. más bebop, más bien.