le chocolat c’est moi
Una leyenda dice en México que el mismo dios Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, en tiempos ancestrales dio a los hombres en sus manos las primeras semillas de cacao.
Dicen también que para los mayas el cacao era tan preciado que se convirtió en moneda de cambio, como fuera para otras civilizaciones el oro o la plata.
Dicen también que la palabra chocolate es una adaptación de la palabra xocolātl, cuyo significado literal es agua amarga.
Vientodefondo es una editorial cordobesa que mas que de poesía se encarga de experiencias poeticas. Entre sus títulos tenemos poesía escrita, libros de cuentos, pero también cd’s interactivos con música, videoclips, e imágenes como los cd’s de Jenny Náger y Gastón Sironi.
Ese es el punto de inicio para ir sabiendo que la Editorial Vientodefondo tiene una marca particular, que se ocupan como dije antes de experiencias poeticas, que sus producciones están atravesadas por otras artes y en constante movimiento.
Es por eso que no había mejor lugar para editar el libro “le chocolat c’est moi” que en criollo quiere decir el chocolate soy yo.
El autor, Claudio Bär define a “le chocolat c’est moi” como un “libro despótico de poesía, familia, amigos, recetas de chocolate, enemigos y yo”
así de diverso y antojadizo se nos presenta y de verdad que es un libro por momentos caótico, siempre intuitivo y muy visual.
Es casi un libro objeto: el papel ilustración de cada una de sus páginas le da una inusualmente suave textura. Y esto, que en principio parece un detalle fetichista, un capricho menor, una presencia física que está lejos del centro poético de un libro; en este caso no es tal porque cada página parece estar pensada para estimular los sentidos.
El suave tacto, las muchas inconexas imágenes, los pedacitos de tul pegados sobre un nombre que agregan texturas, el pequeño libro de 8 cm por 8 cm que se abre dentro del libro y que sólo dos páginas necesita, apenas una imagen y un poema, para abrirnos una puerta de acceso a otro lugar.
El orden aparentemente aleatorio con que se van uniendo uno a uno los textos, propios y de amigos, ofrendados seguramente, pero que aquí se perciben como los recuerdos que a veces tenemos de frases dichas, aquí o allá, por alguien conocido.
Las muchas reproducciones de imágenes de papel de servilleta, de un cuaderno, de una foto o de un diario.
La receta de chocolate crocante que el autor pone al final del libro, y que no es una canchereada sino un testimonio, porque el autor es hijo de chocolatero, y también él chocolatero de profesión, especializado en trufas.
Cada cosa de sus páginas, cada detalle de esta edición, todos y cada uno pensados para estimular los sentidos de una manera no lineal, no racional y programada, sino más bien intuitiva como en los sueños.
Con una barrita de chocolate amargo en la boca, leo y releo el libro de adelante a atrás y también en sentido contrario por que ya no importa el orden: es como en la película “el eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, donde paseábamos de una escena vivida por el protagonista a otra, como si abriéramos el alma de alguien mientras sueña, piensa o se acuerda de algo.
Dice en uno de sus muchos textos:
“Cuando termines este libro posiblemente las cosas ya no sean o sean otras (no hace falta ser Heráclito para darnos cuenta).
Pocas cosas están siempre ahí.
Mi padre está ahí, y su chocolate. El misterio de hacer chocolate.
El chocolate contiene sustancias que deben ser llamadas en un principio y vividas luego. Así damos existencia a lo que existe.
Las cosas estas son evidentes o escondidas. Las evidentes para los que ven de cerca y lo segundo para los ojos que ven de lejos, como antes de ser castigados. El ritual, las visiones, el sendero y en cada ritual acercarnos al agua amarga, a otro chocolate.”
Vientodefondo regala esta delicia de libro, donde los últimos detalles están dados a mano, uno a uno, como quien cocina para los seres amados; la experiencia de atravesar sus páginas es un viaje, un evento, un videoclip, un sueño en el más literal de los sentidos.
(*) columna "temporada de migrañas" emitida en el programa radial "Sangre de monos"
Dicen también que para los mayas el cacao era tan preciado que se convirtió en moneda de cambio, como fuera para otras civilizaciones el oro o la plata.
Dicen también que la palabra chocolate es una adaptación de la palabra xocolātl, cuyo significado literal es agua amarga.
Vientodefondo es una editorial cordobesa que mas que de poesía se encarga de experiencias poeticas. Entre sus títulos tenemos poesía escrita, libros de cuentos, pero también cd’s interactivos con música, videoclips, e imágenes como los cd’s de Jenny Náger y Gastón Sironi.
Ese es el punto de inicio para ir sabiendo que la Editorial Vientodefondo tiene una marca particular, que se ocupan como dije antes de experiencias poeticas, que sus producciones están atravesadas por otras artes y en constante movimiento.
Es por eso que no había mejor lugar para editar el libro “le chocolat c’est moi” que en criollo quiere decir el chocolate soy yo.
El autor, Claudio Bär define a “le chocolat c’est moi” como un “libro despótico de poesía, familia, amigos, recetas de chocolate, enemigos y yo”
así de diverso y antojadizo se nos presenta y de verdad que es un libro por momentos caótico, siempre intuitivo y muy visual.
Es casi un libro objeto: el papel ilustración de cada una de sus páginas le da una inusualmente suave textura. Y esto, que en principio parece un detalle fetichista, un capricho menor, una presencia física que está lejos del centro poético de un libro; en este caso no es tal porque cada página parece estar pensada para estimular los sentidos.
El suave tacto, las muchas inconexas imágenes, los pedacitos de tul pegados sobre un nombre que agregan texturas, el pequeño libro de 8 cm por 8 cm que se abre dentro del libro y que sólo dos páginas necesita, apenas una imagen y un poema, para abrirnos una puerta de acceso a otro lugar.
El orden aparentemente aleatorio con que se van uniendo uno a uno los textos, propios y de amigos, ofrendados seguramente, pero que aquí se perciben como los recuerdos que a veces tenemos de frases dichas, aquí o allá, por alguien conocido.
Las muchas reproducciones de imágenes de papel de servilleta, de un cuaderno, de una foto o de un diario.
La receta de chocolate crocante que el autor pone al final del libro, y que no es una canchereada sino un testimonio, porque el autor es hijo de chocolatero, y también él chocolatero de profesión, especializado en trufas.
Cada cosa de sus páginas, cada detalle de esta edición, todos y cada uno pensados para estimular los sentidos de una manera no lineal, no racional y programada, sino más bien intuitiva como en los sueños.
Con una barrita de chocolate amargo en la boca, leo y releo el libro de adelante a atrás y también en sentido contrario por que ya no importa el orden: es como en la película “el eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, donde paseábamos de una escena vivida por el protagonista a otra, como si abriéramos el alma de alguien mientras sueña, piensa o se acuerda de algo.
Dice en uno de sus muchos textos:
“Cuando termines este libro posiblemente las cosas ya no sean o sean otras (no hace falta ser Heráclito para darnos cuenta).
Pocas cosas están siempre ahí.
Mi padre está ahí, y su chocolate. El misterio de hacer chocolate.
El chocolate contiene sustancias que deben ser llamadas en un principio y vividas luego. Así damos existencia a lo que existe.
Las cosas estas son evidentes o escondidas. Las evidentes para los que ven de cerca y lo segundo para los ojos que ven de lejos, como antes de ser castigados. El ritual, las visiones, el sendero y en cada ritual acercarnos al agua amarga, a otro chocolate.”
Vientodefondo regala esta delicia de libro, donde los últimos detalles están dados a mano, uno a uno, como quien cocina para los seres amados; la experiencia de atravesar sus páginas es un viaje, un evento, un videoclip, un sueño en el más literal de los sentidos.
(*) columna "temporada de migrañas" emitida en el programa radial "Sangre de monos"
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