La vida que se conoce

Quiero hablarles del libro La vida que se conoce de Ceferino Lisboa.

Es un libro editado por Pan Comido Ediciones, grupo de poetas con una mirada muy interesante, con un perfil a veces social, editando independientemente, cosa que no siempre es sencillo. 
La vida que se conoce es una antología personal, con poemas escritos entre 1998 y 2009 y por tanto nos muestra por lo menos un atisbo de la mirada del poeta a través de esos diez años.


Lo primero que me atrajo es el título, La vida que se conoce, por que la vida que conocemos es diferente para cada quien, qué voces habrán tallado en cada uno, qué luces se reflejan en cada cosa que vemos, hasta dónde hemos llegado por decisión o por desidia; la vida que cada quien conoce es tan única como cada uno de nosotros.


Pero la vida que conocemos es diferente a la que se conoce, la vida que se conoce es el sentido común hecho escenario, es la indudable permanencia de ciertas cosas a nuestro alrededor, cada uno, sí, conoce después algo más, una luz distinta bañando las mismas cosas, cada uno se inscribe en ese escenario, trata de interpretar su mejor papel…

Pero la vida que se conoce está siempre allí, es ese terreno cuyos limites y limitaciones – que son parecidos pero no son lo mismo-, cuyas reglas y tiempos han sido marcados por cosas ajenas como el estado, la historia, y eso que llamamos con tanta naturalidad “todos”. 

Dice en el poema Colonia Lola escrito a fines de los noventa 



Haber nacido en un barrio
donde la violencia es un modo de socializar
no me hace un tipo muy feliz
ni desconozco la alegría
-pequeño terreno que cultivo-.
Uno no puede resignarse a morir
en un barrio como este, escucho;
ni dejar de pensar que otro lugar
sería una respuesta, dicen;
se consiguen amigos con las más diversas
inclinaciones
y con un amor por las cosas
que nace de no haberlas tenido.
El deseo es un sentimiento
que nutre variadamente
el apetito de estos hombres
y los define.
Las diferencias, las reglas
las buenas maneras
importan, no lo duden,
pero siempre depende con quien
se está hablando.
El barrio o país, su gente,
conviene en hacer de nosotros
hombres fuertes, cabizbajos,
rumiantes, bueyes de tiro,
blancos móviles.
Los disparos de armas de fuego
al aire
hablan de las tristezas
y las alegrías
dibujan en el oído oficial
los índices más inexplicables.


Es en esta vida que se conoce, en esta maquinaria heredada y en movimiento, donde siguiendo el curso de un río mayor cada hombre intenta forjar su propio curso. 
Se intentará convertir entonces lo amargo en dulce con la herramienta que encontremos más afín a nuestra alma, a veces será la música, a veces el martillo, el movimiento, la harina, el juego, la palabra. 

Dice en el poema Almíbar escrito casi 10 años después 


No deseo para mí
si no lo que he ganado.
Agradecido por el aire gratuito
y las palabras al cruce
me inclino
ante el encuentro esperado
y confiado en una fuerza
entrego mi testimonio:
Acciones aisladas, palabras disueltas
en la boca

que mas puedo agregar a esas palabras, sino el deseo para cada uno de poder encontrarse en una herramienta, un oficio, en un algo afín al alma que nos deje por lo menos en una sinfonía mayor, interpretar nuestra propia música.

(*) columna "temporada de migrañas" emitida en el programa radial "Sangre de monos"

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