ESOS INFINITOS MUNDOS POSIBLES *

Si hay una cosa de lo que la mayoría de las personas con uso de razón creen poder jactarse es de conocer el límite entre lo real y lo irreal, entre lo posible y lo que no lo es.
Básicamente aprendemos durante nuestra niñez y parte de nuestra adolescencia qué leyes gobiernan este mundo, nos formamos en una lógica y en un sentido común que, si tenemos suerte, nos guiarán más o menos eficientemente en las situaciones cotidianas, evitándonos caer en grandes engaños, alejando esperanzas de que lluevan dólares del cielo o que papá Noel exista y convirtiéndonos en personas supuestamente “cuerdas”.
Pero ¿Qué es “lo real”? la verdad yo no sabría decirles, pero si sé que así como la vida cotidiana y los sueños tienen cada uno su lugar, su horario y su lógica, así también se dividían en la literatura. No existían espacios donde ambas cosas convivieran porque eran de dos órdenes distintos, uno funcionaba con las reglas del sentido común, la lógica, y hasta la ciencia y lo fantástico tenía sus propias reglas que básicamente contradecían a las de lo real.

Pero resulta que allá a comienzos de la década del ‘60 en América latina se produjo el “boom Latinoamericano” que fue por un lado un movimiento editorial muy fuerte en Hispanoamérica y por otro lado un cambio en la forma de escribir y de leer, a través de este “boom” la narrativa planteó esta ruptura con las formas tradicionales del relato, de lo que surgió entre otras cosas el género que se llamó “realismo mágico”.

No es casual que surgiera en Latinoamérica por que históricamente hubo muchas migraciones y cada grupo que llegaba voluntaria o involuntariamente traía consigo su religión y sus costumbres, así que desde siempre Latinoamérica estuvo y está muy marcada por esas religiones, mitos, leyendas y demás, a veces todo encimado, todo junto. Y eso se ve en la literatura: en la narrativa se empieza a unificar lo cotidiano, lo real con su lógica y lo fantástico, lo terrible y lo maravilloso con la suya.
Claro que Latinoamérica es diversa y cada país y cada autor tienen sus particularidades, en Argentina el caso más representativo es Cortázar, por supuesto, y aquellos que lo hayan leído podrán ver como en sus cuentos lo “de todos los días” con un personaje común y corriente que se desenvuelve en un contexto normal y lógico, desemboca en una situación extraña a la que sin embargo llegamos de manera natural, sin sobresaltos.

Casi como cuando estamos en los sueños donde todo es tan real como absurdo. Puede haber sido una locura, pero en el universo del sueño tenia perfecta lógica y sentido: con esa misma naturalidad entran los personajes y entramos los lectores a situaciones como que alguien vomite un conejito vivo al mes y los cuide después o que un embotellamiento de varios días se convierta en toda una comunidad, que existan seres llamados cronopios, famas y esperanzas o que ponerse un pulóver sea algo realmente aterrador, por nombrar solo algunas.

La intención del autor es establecer justamente eso: que lo fantástico no se contrapone con lo real, sino que, al contrario, perfectamente puede estar y nacer del centro de nuestra cotidianeidad, transgrediéndola, poniendo patas para arriba las reglas preestablecidas del mundo fáctico.
Ya Kimono Salas habló de Cortazar en otra ocasión y no quisiera repetir cosas que seguramente dijo mejor y antes, pero me interesa mucho tomar al Realismo Mágico no solo como una corriente literaria sino también como una postura ante la vida:

Plantearnos la posibilidad de que lo maravilloso y lo terrible nos sucedan, Que esas cosas no estén en universos paralelos o dimensiones desconocidas sino a la vuelta de la esquina, imaginar las infinitas posibilidades de una realidad que no tiene límites o cuyos límites no conocemos todavía, Cuestionar eso de que hay una sola verdad y una voz única para todos.

En este programa ya se ha hablado también de la importancia de dar cabida a diferentes voces y diferentes miradas de un mundo y creo que se ha sido consecuente con eso: mientras más diverso y múltiple, más enriquecedora es la experiencia.

Y quizás ese sea el mayor aporte que podemos hacer nosotros y el realismo mágico: ver que aunque a veces traten de vendernos que el mundo es uno solo y de una sola manera, siempre hay infinitos mundos posibles.





*columna para el programa radial "Sangre de monos" www.subcodefiestas.com.ar, emitida el 13 de Noviembre del 2010

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